A mediados de septiembre nos mudaremos a Colmenar Viejo, a una casa que nos encantó. No es una mudanza tan grande como haber venido a España, pero tampoco es tan pequeña como me lo pensaba. La dueña del piso me pidió fotos para publicarlo, y aqui están. Tratando de que se vea lo más razonable posible. Por segunda vez en mi vida me planteo en serio tener menos cosas, muchas menos cosas, y todo el espacio disponible posible. Hice un juramento y todo con los sorias de Laiseca. Igual creo que Mariano podría vivir en una casa minimalista y nunca se le desordenaría. Bueno, estas fotos van a modo de despedida de la casa donde pasé mi embarazo y el primer año de Milo. Me da un poco de nostalgia, dentro de la alegría, saber que no la voy a ver más. Soy una López, qué se le va a hacer. Pero creo que la nueva casita nos va a dar mucho para disfrutar los próximos años. A ver si vienen a conocerla.